¡QUÉ BIEN ME LO PASO! :-S

Vamos a ver: esto no puede ser. Una de dos: o yo soy muy gafe o este mundo es muy anormal.

VIERNES NOCHE:

Recojo a mis amigas en su casa (como siempre conduzco yo, claro, así si le quitan el carné a alguien que sea a Casandra). Primer comentario: “Que sepas que si no conseguimos entradas gratis nos volvemos a casa sin entrar a la disco” (Hay que joderse, que te digan eso encima). ¡Viva la animación y el buen rollo!

Cruzamos ciudad y media para conseguir las dichosas entradas. Por fin entramos a la discoteca gratis (gratis no, a costa de que la menda gaste litros de gasolina haciendo todos esos kilómetros, pero como la paga Casandra no problem). Se lo digo: "Nenas, el finde que viene yo no cojo coche, ¿eh?". Dicen que de acuerdo. Ya veremos.

Veinte minutos de cola para pedir la primera copa.

Me entra un americano hablando en inglés. A ver, chaval, que no sé inglés, que no tengo ni puñetera idea de lo que estás diciendo pero no me gusta cómo me miras y como te pases un pelo te arreo un guantazo que te mando a California sin avión ni nada. Ah, no, que dice que mi “hair” y mi “dress” (esto lo he aprendido en el Polyvore, para que veáis lo útil que es) son “beautiful”. Vale, pues ya no le pego, pero me voy, que este es un falsete zalamero y de guapo no tiene nada (y encima si me cuesta mucho entenderle a la primera copa a la cuarta ya ni te cuento).

Bailes en la pista, gogós con vestuarios espectaculares (todo chicas, qué injusticia y qué sexismo) y una música muy normalita, vamos, emoción cero con esta música.

Veinte minutos de cola para conseguir la segunda copa.

Me dicen al oído: “¡Eres guapísima!”. Me giro y no veo a nadie. Miro a ambos lados. Me giro otra vez. Intrigada, me vuelvo a girar. Ah, que está aquí debajo. Es un chico que me llega por debajo del sobaco. ¡Pero chaval, vamos a ver! No es que sea alta, que no lo soy, pero podías buscarte a una más bajita que yo, ¡que las hay también! ¡Que para hablar conmigo te tienes que poner de puntillas!

Veinte minutos de cola para entrar al lavabo.

Al rato cambiamos de pista. Música: Bisbal. :-S Muérome de la angustia. “Ave María, cuándo serás mía”. Me entran sudores fríos y todo. Me voy a por otra copa: de perdidos al río. Si no es borracha no aguanto yo esta pista, no señor.

Se me acerca un tipo mirándome de arriba abajo con cara de pervertido: “¡Hola, guapa! ¿Cómo estás? Bien, ¿no? ¡Ya te veo, ya!”. ¡Aaaaaarrrrgggg, qué asssssco! Edad aproximada: 50. ¡¡¡Joder, que yo tengo veintisieteeeee!!! ¡¡Que mi padre es más joven que túuuu!! ¡Infanticida! Me cambio de sitio, escondiéndome detrás de mis amigas. El tipo empieza a hacerme gestos de saludo con la mano desde lejos intentando que me acerque. Me largo pero YA.

Decido ir a pedir una botella de agua porque si sigo bebiendo copas me sacarán en camilla. ¡¡¡5 euros la botella (pequeña) de agua!!! ¡¡Joder!! Si lo llego a saber me pido copa. ¡Y luego no querrán que la juventud se alcoholice!

Con ese asco de ambiente, o me voy a dormir o cojo un coma etílico YA. A las cuatro y media me voy a casa. Qué rollo de noche. Lo único bueno: el momento en que me quito los zapatos sentada en la cama.


SÁBADO NOCHE: Mis amigas se van a los pueblos. Paso: no me gustan los toros y las vaquillas. Una me dice que salgamos ella y yo de disco. Vale, por mí de acuerdo. Me compro un vestido nuevo para estrenarlo esa noche, ¡qué ilu! Pagarlo con la tarjeta de crédito a estas alturas de mes (día 9) no me hace tanta ilu.

Llega mi amiga a mi casa. Le digo que me faltan cinco minutos para estar lista. Se sienta en el sofá. ¿Qué te pasa? Estás muy pálida. Rompe a llorar. ¡Ups! ¿Qué he dicho? Me cuenta entre hipos que ha fallecido un amigo suyo. Le doy un cleenex y acabo cogiendo yo otro. No salimos: nos quedamos viendo una película y comiendo palomitas con tacones y vestido (nuevo). Un sábado apasionante.

Y ahora es cuando podréis comprender que diga: ¡¡Vaya mierrrrrrrrda de fin de semana!!