A MI BOLA

Cuando la maestra propuso el disfraz para la fiesta de Navidad y contra todo pronóstico y todo conocimiento de la psicología infantil (¡parecía mentira que fuera maestra, hombre ya!) no resultó ser el de princesa, Cas montó en cólera y se declaró en huelga de disfraces.

MAMÁ: _Te tienes que disfrazar de Alicia en el país de las Maravillas, hija.

CAS:_¡No!

MAMÁ: _Va, que lo ha dicho tu seño Isa.

CAS: _¡Pues me da igual!

MAMÁ: _Si sólo tienes que ponerte el lazo en la cabeza y una falda.

CAS: _¡¡Que no!!

(¡O esto o nada!)

MAMÁ: _Pero cariño... ¿A que no quieres ser la única de la clase que vaya si disfrazaaaar?

CAS: _¡¡Síiii!!

MAMÁ: _Qué manía esta niña siempre con ir diferente a las demás... :o( ¡Ay, qué cruz!

CONDICIONES QUE CAS PUSO A MAMÁ y A LA MAESTRA PARA DISFRAZARSE

1. No llevar el lazo-pedazo-de-papel-cebolla-horroroso en la cabeza: si tanto les molaba que se lo pusieran ellas.

2. Llevar vestido largo y no falda corta como las demás, porque Cas sabía de buena tinta que las princesas y Candy Candy llevaban falda larga y no una mierda de falda escocesa.

Así que la disfrazaron de campesina, a lo que accedió porque después de princesa era lo más cursi que se le ocurría y al fin y al cabo era diferente a lo que iban a hacer las demás, aunque inevitablemente a su madre le salió la hippie que llevaba dentro al hacer el vestido.

El collar-espumillón-de-navidad se lo puso la propia Cas al parecerle fatal que una dama con vestido largo fuera por el mundo sin joyas (¡habráse visto!).

(Me quedé con las ganas)